miércoles, 24 de noviembre de 2010

Día del emprendedor porteño 2010


Hay una frase de Paulo Coelho que dice así “Cuando deseas algo de verdad el universo conspira a tu favor para hacerlo realidad”. Puedo asegurar que si ponemos todo nuestro esfuerzo para lograr nuestros deseos, en algunas ocasiones las estrellas se alinean a nuestro favor. El jueves pasado quería asistir al Día del Emprendedor Porteño, un evento organizado por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, la Fundación Endeavor y la Universidad Argentina de la Empresa (UADE), que se realiza por segundo año consecutivo, como cierre de la Semana Global del Emprendedorismo. (Se realizaron actividades similares en cerca de 100 países).
Por alguno de esos misterios del universo, puede conseguir un permiso de algunas horas en mi trabajo, así que podía ir sólo a una de todas las actividades que se iban a realizar, pero eso era más que suficiente para mí. Como Cenicienta, no iba a quejarme por lo restrictivo del horario, sino a disfrutar lo que se me otorgaba tan generosamente.
El destino quiso que asista al auditorio principal donde el orador invitado era Gonzalo Villariño, elex DT de Los Murciélagos, apodo de la Selección Argentina de Fútbol para Ciegos. Puedo asegurar que fue una experiencia verdaderamente fascinante.
Después de ver los breves videos de jugadores de futbol que se manejan como auténticos profesionales sin poder ver, me queda muy claro que nadie pude decir que tiene demasiados impedimentos para cumplir sus sueños y que si uno de verdad se lo propone puede alcanzar cualquier meta que desee. Y no se trata de una frase trillada de libro de auto ayuda, sino de ver todo lo que logró este equipo que, a falta de ojos, tiene una enorme pasión por lo que hace.
“Al ir por primera vez la sensación que le causa a la gente es primero asombro, después les da un poco de miedo de que se golpeen y a los diez minutos están gritando que pongan garra y corran como en cualquier cancha”
El encuentro fue muy enriquecedor y con dinámicas muy interesantes para aprender a escuchar, a no depender sólo de nuestros ojos, a lograr que un grupo se convierta en un equipo, y a ayudar al otro cuando lo necesita y de la manera en que lo necesita. Me encantaría compartirlo todo con lujo de detalles, pero sería muy extenso e imposible de describir con palabras. Lo que sí puedo y quiero brindar es una anécdota que cuenta cómo lo que en un primer momento parece un enorme obstáculo puede convertirse en una gran ventaja: Gonzalo nos contó que cuando estaban entrenando en el Cenard para el mundial del 2006, tuvieron que convivir con ruidos de maquinas de construcción que interferían con su entrenamiento, y no podían conseguir otra cancha que tuviera las características que requiere el fútbol para ciegos. Pero cuando jugaron sin el ruido de las máquinas se dieron cuenta que podían percibir mejor el sonido de la pelota (que tiene una especie de sonajero dentro para que los jugadores sepan donde está) sin que el ruido del ambiente les moleste, porque ya se habían acostumbrado a entrenar con ruidos mucho más fuertes y molestos.
“No saben cuando la tribuna gritaba, cómo escuchaban la pelota. Porque se acostumbraron a escuchar la pelota con ruido. Entonces cuando la gente gritaba, los jugadores del otro equipo se quedaban parados, y los nuestros seguían jugando. Un cambio que parecía terrible cuando empezó (…) terminó siendo algo totalmente positivo. (…) Y quizás no lo hubiéramos generado. Porque si ahora lo pensás, pongo un grabador con ruido y entrenamos con ruido. Pero no se nos hubiese ocurrido si esto no pasaba. El cambio va a demandar una adaptación, pero a veces esto nos va a permitir crecer y tener más ventajas de las que teníamos. O estar más desarrollados. Esta adaptación obviamente no fue fácil, porque demandó un gran esfuerzo.”
Pero por lo visto el esfuerzo valió la pena, porque ese año Los Murciélagos se consagraron campeones mundiales por segunda vez al vencer a Brasil en la final

Tapa del Diario Olé del 01/12/06
A finalizar el encuentro Gonzalo nos mostró una diapositiva con la frase Ellos no ven…los límites”. Y es que los mayores límites están en nuestra mente. Creo que es lo más importante que puedo rescatar de esta experiencia. Hasta la próxima.

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