lunes, 30 de agosto de 2010

Cambiar el mundo

Que el mundo fue y será una porquería
ya lo sé...
¡En el quinientos seis
y en el dos mil también!.
Que siempre ha habido chorros,
maquiavelos y estafaos,
contentos y amargaos,
valores y dublé...
Pero que el siglo veinte
es un despliegue
de maldá insolente,
ya no hay quien lo niegue.
Vivimos revolcaos
en un merengue
y en un mismo lodo
todos manoseaos...
Cambalache, Discépolo

La semana pasada estuve viendo Los fantasmas de Goya, de Milos Forman. Por si no la vieron es una película que te deja sin ganas de dormir. Mientras miraba la película, me puse al corriente del argumento del último documental de Enrique Piñeyro, El Rati Horror Show. Esa combinación deprime a cualquiera. En la película Los fantasmas de Goya muestran como la inquisición española torturaba gente inocente con acusaciones absurdas (y no es por hablar mal de los españoles, porque lamentablemente, esto es algo que sucedió y sucede en el mundo entero). En el documental de Piñeyro se muestra como un hombre inocente termina preso por un crimen que no cometió, debido la incompetencia de la policía argentina para detener al verdadero culpable. (Por triste que parezca, decir incompetencia y policía argentina en la misma oración suena redundante). Al atar cabos entre las dos películas me puse a pensar que poco cambió todo desde entonces si siguen pagando justos por pecadores, si los inocentes son los que sufren mientras que los culpables no se privan de hacer lo que quieren. Hoy vivimos en un mundo donde domina la violencia, donde una mujer perdió a su bebé después de una cesárea de urgencia porque unos delincuentes sin corazón le pegaron un tiro para robarle a la salida de un banco. Este no es el mundo en el que quisiera que vivan mis hijos cuando decida tenerlos.
Es necesario, yo diría imperativo, darle un freno a la violencia a la que lamentablemente nos hemos acostumbrado. ¿Qué podemos hacer? Eso depende de cada uno. Sé que cambiar el mundo parece un proyecto descomunal, ambicioso e imposible pero todo lo que hagamos, por pequeño que sea, suma. Podemos empezar desde nuestra propia casa, desde nuestra familia, desde nuestro barrio. Basta con hacer algo desde nuestro entorno, para que sea un poco mejor de cómo lo encontramos antes.
Tenemos que volver a crear lazos con otras personas, volver a ser una comunidad en la que cadaindividuo es responsable, preocuparnos por el bienestar del otro tanto como por el nuestro. Que no me sea indiferente el dolor, la necesidad del otro. No es una obligación, pero es algo que todosdeberíamos sentir como responsabilidad. Empezar a cambar el mundo no es tarea de uno solo, es tarea de todos. Si cada uno aporta su grano de arena, podemos hacer una gran diferencia. VOLVAMOS A SER HUMANOS. Hoy me siento como un náufrago lanzando una botella con un mensaje de esperanza. Ojala este mensaje llegue y no se pierda en un océano de indiferencia. Hasta la próxima.

Clemente es del genial Caloi


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