lunes, 2 de agosto de 2010

Nada sucede por casualidad

Nada sucede por casualidad
No existe la suerte. Hay un significado
detrás de cada pequeño hecho.
Quizás no pueda ser visto con claridad
de inmediato, pero lo será
antes de que pase mucho tiempo.
Richard Bach,
Nada es Azar


Domingo 01 de agosto de 2010, 11 PM
Dejamos el repaso de inglés para salir a la fría noche porteña en busca de un quiosquero trasnochado del barrio de Villa Urquiza que nos provea de gaseosas. Y de paso, sacar
plata del cajero para evitar tener que hacerlo en el centro mañana. Volvemos al hogar con las gaseosas y la plata. Como no me puedo dormir enseguida, me quedo releyendo
Mensajes para siempre, un libro que recopila frases de varios libros de Richard Bach: No hay errores. Los acontecimientos que atraemos hacia
nosotros, por desagradables que sean, son necesarios para
aprender lo que necesitamos aprender; todos los pasos que
damos son necesarios para llegar adonde hemos escogido.
(De
El puente hacia el infinito)

Cerca de la una y media me dispongo a disfrutar de un sueño reparador. Pero el sueño me elude, por más que cierre los ojos y trate de dormirme. Y encima, un estruendo irrumpe la calma de la noche, seguido de un ruido de sirenas. Sonó como si una puerta gigante se cerrara de golpe. O como una explosión, pensé, pero no puede ser. Me duermo sin averiguar el origen del estruendo.
Lunes 02 de agosto de 2010, 7 AM
El despertador reclama que me levante de la tibia cama y yo intento convencerlo de que me conceda 10 minutos más de gracia. Logro convencerlo hasta las 7:40. Me resigno a levantarme y me visto con el suficiente abrigo como para poder salir a enfrentar el frío. Mientras intento meter todo lo que necesito en mi mochila, suena el teléfono. Además de darme los buenos días y comprobar que no me quedé dormida, me contás que el mismo cajero donde estuvimos anoche voló en pedazos. Creo que en ese momento no logro reaccionar del todo. Pero cuando salgo a la calle y camino hasta la esquina puedo verlo con mis propios ojos.

Una camioneta de un noticiero.
Una cinta amarilla rodea un poste de luz y una parada de colectivo.
Un montón de gente esperando el colectivo observa.
Un montón de vidrios rotos regados por el suelo.
Un túnel oscuro donde no queda nada en pie.

¿Qué hubiera pasado si además de tener la mala suerte de estar en el lugar menos indicado, hubiésemos coincidido con una hora que no nos convenía?

Camino, bajo al túnel del subte, espero, entro, me siento. Cosas que hago todos los días, pero esta vez de manera casi absolutamente mecánica. Mi cabeza es un montón de engranajes que no paran de dar vueltas. No me siento bien.

Cerca de las dos de la tarde vuelvo sobre el libro que me acompañó anoche en mi desvelo. Busco distraer mi mente de las pesadillas que se proyectan en mi cabeza. No sé si lo logro del todo. Pero por alguna razón, me detengo en una página que sólo tiene una frase, del libro
Ilusiones:He aquí la prueba para verificar
si tu misión en la tierra ha concluido:
si aún estás vivo es porque aún
te falta terminarla.

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