martes, 1 de marzo de 2011

¿Quién quiere ser superhéroe?

Justifica tus limitaciones y ciertamente las tendrás.
Richard Bach

Ayer tuve uno de esos días que te dejan física y mentalmente agotados, en los cuales el deseo más grande que tenemos es que por fin llegue la hora de ir a la cama para poder descansar. Pero es justo en esos días crueles en los cuales ese momento parece no llegar nunca. Así se materializaron ante mí todos los ingredientes para un día de pesadilla:
Un compromiso con una doctora en un horario en el que cualquiera en su sano juicio preferiría estar durmiendo, una laaarga espera (que siempre me encuentra sin paciencia) para un simple análisis, para finalmente dejarme plantada (seguro que la técnica del laboratorio que yo esperaba se quedó durmiendo, que es lo que yo hubiera querido hacer), un subte que se fue cuando yo llegué al andén, otro subte cuya lentitud me ayudó a llegar tarde al trabajo, una cola interminable en el banco (para finalmente enterarme que las facturas de ARBA vencidas no las cobran), un simpático taxista que al parecer le gusta correr y salpicar a la gente con el agua del cordón, y para rematar, un corte en avenida Córdoba por reparaciones que hizo que el regreso a mi hogar se extienda media hora más.
A esta altura del día, cada célula de mi cuerpo pedía descanso a gritos y yo trataba de hacer de cuenta que no escuchaba, porque aún me quedaba hacer frente a una pila de platos para lavar y a una cama sin sábanas. Si no fuera porque no hubiera estado muy cómoda, me hubiera tirado vestida sobre el colchón pelado. En algunas ocasiones lavar los platos me predispone a la filosofía, y esta, no sé por qué motivo, era una de esas noches. Me puse a pensar que en días así quisiera tener las habilidades de la Mujer Maravilla, para poder sortear cualquier clase de dificultad sin llegar a la noche como si me hubieran molido a palos.
Pero si así fuera, ¿qué merito tendría? Lo grandioso de la humanidad en general y de cada persona en particular, lo que de verdad nos hace grandes, es poder hacerlo todo a pesar de nuestras limitaciones, a pesar de nuestras debilidades y a pesar del eterno cansancio que nos acompaña desde que aterrizamos en el mundo de las responsabilidades diarias (ya sea trabajo, estudios o un poco de ambos). Somos capaces de hacer mucho más de lo que nosotros mismos creemos. Esto no significa que debemos trabajar y trabajar hasta caer extenuados. Cada uno conoce sus propios límites. Lo que estoy diciendo es que somos capaces de sobreponernos. Siempre. Y que podemos hacer más, a pesar de nuestras limitaciones. Después de todo, la mayor parte de ellas está en nuestra mente. Está en cada uno decidir si desea superarlas o no. Por supuesto que no es tarea fácil, pero vale la pena. Hasta la próxima.

Esta tira pertenece a Mafalda 9, del genial Quino



1 comentario:

Shiaya dijo...

Totalmente de acuerdo contigo. Es, precisamente la capacidad de seguir adelante cuando ya estamos molidos lo que nos hace superpersonas de verdad (y no de esas con capa de colorines a las que tanto nos gusta ver en viñetas).
Espero que al día siguiente te fueran mejor las cosas. Un besote gordo.

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